Terapia bloguera #De consciencia gris a consciencia arcoiris
Llega el verano y junto al calor el buen rollo, las cervecitas y el despiporren. Atrás queda un curso, un año un tanto complejo en mi cabeza y en nuestro hogar.
Me cuesta, me cuesta y mucho expresar lo que he vivido últimamente cuando justamente creé este blog para poder abrir mi hogar y mi alma a aquellas personas cercanas a quienes les pudieran ayudar nuestros aciertos y aventuras, y también que vieran que toda familia tiene un rinconcito gris en su vida. Hay personas que se sentirán cercanas a mi mensaje y conectarán fácilmente porque alguna vez se han sentido así o porque viven con alguien que su cabeza tiene vida propia, y otras personas dejaréis este post como un rollo más de otra bloguera.
Desde hace unos meses mis despertares, mis hábitos diarios, la comunicación con mi pareja y mis hijas (principalmente en mi hogar) han sido torpes, con mensajes egoistas, llenos de cansancio y hartura, con poca empatía y amor. A menudo saltaba la queja, tipo “pero hija, cada santo día te tengo que decir que no grites y cojas tu linternita para ir a hacer pis?”. “Ya está bien de teta, todo el día con la teta, y teta y teta, ¿y mamá y sus tetas cuándo descansarán?” “Oye Javi, ¿no te parece que deberías haber recogido eso y aquello?”. Sin duda alguna me sentía en un caos interior y tratando de controlar mi pequeño entorno (pareja e hijas, que es donde más me ha afectado) sin mirar más allá, sin pensar que yo podía estar generando mal rollo y un torbellino de emociones negativas a mi alrededor.
Quien me conozca personalmente flipará porque soy muy feliciana, muy happyflower, una persona despierta y activa, amorosa y empática, generosa y entregada (así me veo yo). Pero también, creo que desde hace años, realmente desde la infancia, tengo algunos fallos que salen a la luz como son mi intransigencia o intolerancia, dominación o control, impaciencia en algunos casos, las expectativas no encontradas… que no me permiten ver, sentir y palpar las bondades de la vida.
Sin duda alguna nadie tiene la clave para desbloquear una situación de tristeza, de mal humor, de agotamiento de las responsabilidades diarias y demás, pero es una misma quien debe quererse y decir basta: “yo me merezco ser feliz y no tengo ningún problema grave que me lo impida”. El día que te escuches y te lo digas, ese día te empezarás a querer un poco más y empezarás a respetarte. A partir de ese momento seguramente todo vaya a mejor. Si te trabajas tu interior podrás querer con honestidad y aceptación a los demás. Si no, siempre te seguirán los miedos, inseguridades y relaciones establecidas con complejos y comparaciones constantes.
¿Y si un día parece que he visto clarísimo el final del túnel y al día siguiente me veo chunga otra vez? Pues es un proceso natural y debes permitírtelo, porque tendrás altibajos y deberás aceptarlo y decirte: con esfuerzo y trabajo voy a conseguir ser una persona que se respete y se quiera, que SIEMPRE sea feliz y cuando haya un chubasco, este no nublará el arcoiris que es tu vida. Esto significa que no lo lograrás de la noche a la mañana, quizá te lleve 6 meses, 1 año o incluso más, pero establecerás una conexión con tu interior que te permitirá conocer perfectamente los mecanismos mentales y físicos que debes transformar hacia una vida más sana y plena.
Algunas de las herramientas que he empleado para ir teniendo más paz interior, más respeto conmigo misma y con quienes me rodean, más relatividad antes las pequeñas adversidades del día a día, son las siguientes (con mucha honestidad y cariño):
- Ducha solitaria breve aunque las niñas estén purulando a mi alrededor: me ayudan a desconectar fisiológicamente mi ruido mental
- (Hatha) yoga para ejercitar el cuerpo y la mente, con meditación y respiraciones profundas
- Canciones con melodías positivas: elige canciones que te revuelvan el corazón hacia la felicidad y cántatelas mentalmente cuando ves que tu entorno te está superando y te estás enfureciendo (Vetusta Morla, Coque Malla, Jorge Drexler, Pedro Pastor… son algunos de mis ritmos happyflowers). Si no, directamente no haces caso de lo que te rodea y la pones y te pones a bailar. Esta técnica la uso desde hace poco y me encanta el efecto contagio que genera.
- No discuto con mis hijas, no me enfrento ni entro al trapo (o eso intento, jejeje). Permito que el silencio y el tiempo invada mi mente y no les respondo, espero a poder atender su petición con un tono y una respuesta adecuadas.
- Doy besos y abrazos cuando antes gritaba o levantaba la mano por falta de autocontrol. Trato de salir de mi ruido mental que me lleva a encenderme y cabrearme y pienso que estoy aquí y ahora solo hoy, solo hay presente.
- Fuera cargas y compromisos. Cuando me siento con una mochila pesada, porque creo que debo poner la lavadora ya ya ya, o cocinar algo rico indispensablemente, o comprar aquello que hace falta, intento sacármelo de la cabeza y darle menos importancia y priorizar sin dejarme llevar por las responsabilidades de una madre “a la antigua usanza” por así decirlo. Así que intento hacer lo que es estrictamente necesario.
- Visualizo aquellas personas que admiro por su valentía y poder de superación (como invita a hacer Rafael Santandreu). Pienso en personas que lo han tenido realmente jodido en la vida por adversidades enormes como guerras, ablación, abuso o discapacidades y se han superado debido a una capacidad de amor y valentía enormes. A pequeña escala, como a veces me he dicho que no era capaz de criar a 3 hijas tan pequeñas y blablabla, pues pienso en aquellas familias cuyo aura es siempre positivo o de aceptación de la realidad.
- Priorizar aficiones. Dejar de lado el móvil y el whatsapp por las noches y acercarme a la lectura, afición que me gusta porque me llena la mente de silencio y me evade.
Algunas de mis últimas lecturas que me han ayudado a salir del bucle:
- “El arte de no amargarse la vida” de Rafael Santandreu.
- “Las escuelas que cambian el mundo” de César Bona.
- “Cómo educar con firmeza y cariño. Disciplina positiva” de Jane Nelsen.
Y es que en realidad no somos como nuestras madres, ni como nuestros padres, y no lo tenemos ni mejor ni peor a la hora de trabajar, con nuestra carga horaria, con nuestros/as hijos/as que requieren atención y amor… La realidad es simplemente aquella que queramos ver, y yo quiero ser feliz con las circunstancias que tengo.
Los caminos son largos, son procesos en los que puedes encontrarte cansada, con hambre, con los músculos debilitados, con la mente centrada en otro sitio, a veces tienes que cambiar de dirección o ver las formas de decidir si seguir o no. Pero solo tú puedes decirte que el andar en el camino es bonito y no te ahogarás en un vaso de agua.
Felices en bicicleta
Salir de la rutina y descubrir nuevos lugares
Disfrutar de un gesto cotidiano (Lluna sacando la lengua)
Merendar y dejar pasar el tiempo en familia
Saltar, saltar y bailar
La vida es así, es larga y corta a la vez. “Los días son largos… y los años cortos…” (como suele decir Bei de Tigriteando ).
GRACIAS, GRACIAS JAVI, GRACIAS HIJAS PACIENTES, GRACIAS FAMILIA Y GRACIAS AMIGAS Y AMIGOS.
Un abrazo enorme desde nuestro pequeño cosmos y quereros mucho, mucho mucho.